Somos Zulema del Álamo y Marta Alegría estudiantes de Integración Social. Iremos actualizando el blog poco a poco y poniendo noticias relacionadas con la actualidad o con nuestro ciclo. Un saludo

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lunes, 19 de noviembre de 2012

KIONGWANI




María Salus Infirmorum lleva ocho años (desde 2004) trabajando en Kiongwani un poblado Keniata a 94km de la capital de Kenia (Nairobi). Es un poblado que cuenta con infinidad habitantes, la mayoría de ellos niños/as.  
En el momento en el que se me planteo la oportunidad de realizar este viaje, no dude ni un segundo, era una oportunidad única, y quizás una de las experiencias que mas me aportarían en la vida. 
Los primeros días en Kiongwani fueron muy duros, la pobreza del poblado, las caras de tristeza de los niños y el ambiente ruinoso pesaban cada vez más. 
Pero poco a poco todo iba cambiando, a medida que pasaban los días y realizábamos nuestra labor como voluntarios, todo empezó a llenarse poco a poco de color. En las caras de los niños empezaba a dibujarse una pequeña sonrisa, que para nosotros, los voluntarios era la mayor satisfacción. En ese momento me di cuenta de que una imagen vale más que mil palabras. 
Conforme pasan los años el poblado avanza notablemente, ha sido dotado de agua potable, un taller de forja, un molino de trigo, un taller de costura (para realizar los uniformes de los niños apadrinados), un dispensario al que poder acudir en caso de enfermedad y una granja de pollos. 
La verdad, que como yo creía y tras llevar visitando el poblado 3 años (15-20 días en fechas de verano) la experiencia es totalmente gratificante. Para los voluntarios supone un mínimo esfuerzo y para la gente de Kiongwani una gran recompensa, ya que somos capaces de hacerles pasar una vacaciones en su propio hogar.  Poco a poco estamos mejorando su calidad de vida y aprendiendo a valorar la nuestra.
Es increíble como sin tener nada, te lo dan todo, lo que para nosotros es esencial/básico para ellos es un lujo que jamas podrán adquirir.
Desde aquí animo a toda la gente a apadrinar un niño y darle así la oportunidad de asistir al colegio, comer una vez al día y tener un uniforme con el que vestirse. Esto supone solamente la mínima cantidad de un chupa-chups al día (25 céntimos).


                                                                                            MARTA ALEGRÍA LATIESAS